Desde que decidí que iba a participar en el Blog Action Day 2008 con el tema de la Pobreza, me entusiasmé mucho. Pensé que realmente había mucho qué discutir sobre el tema, datos y más datos para poner sobre la mesa hay de sobra. Pero estos días, en medio de los aciagos anuncios sobre la depresión económica internacional, francamente he quedado algo devastada. Y me da mucho coraje sentirme mal por algo así, sentir temor al escuchar cómo las acciones de empresas “fuertes” suben y bajan diariamente, de pronto todos discutiendo sobre esto, sobre el precio del dólar, sobre el precio del petróleo, sobre dinero. Nadie habla realmente de pobreza y mucho menos de la gente que vive en la pobreza. Es una palabra de la que se ha hablado mucho en nuestro país, pero que ya nadie siente. Pobreza es algo que le sucede al alguien más en otro lugar del mundo, a algún africano o a un chino que trabaja casi como esclavo. La pobreza no nos toca. Hasta que nos toca.
Curiosamente, la Pobreza en México ha sido sustituida por la Inseguridad. Inseguridad de salir a la calle, inseguridad de pasearse a cualquier hora por la ciudad, inseguridad por poseer lo que otros no y convertirnos en sujetos secuestrables. Me parece un gran disfraz: Pobreza por Inseguridad. Son dos palabras que van de la mano. Y aunque en mi vida me encontrado con “pobres” que son más honrados que mucha gente que conozco, al hablar de “un pobre” tenemos que hablar de “un rico” y esto también, inevitablemente va de la mano: Pobreza-Riqueza. El problema es el mismo de antaño: los bienes materiales mal distribuidos. Mientras unos tienen mucho (y quieren más), otros no tienen nada. Y es algo que ni los más grandes economistas han logrado resolver. Parece que no hay solución o por lo menos no una que satisfaga a todos. Siempre alguien quiere más.
Lo cierto es que yo tampoco tengo una solución en las manos. Pero todo esto me llevó a pensar en que en realidad, la Pobreza que más nos estorba es la del Espíritu. Y sin ánimos de entrar en interminables y absurdas discusiones sobre moralidad, religión, política, etcétera, lo que sí me queda claro es que hoy en día esta Pobreza de Espíritu se traduce en una absoluta indiferencia hacia el mundo que nos rodea. No importa cuántos abusos cometas, cuántos árboles tires, a quién explotes, a quién robes, a quién dañes o humilles, a quién te jodas en el camino, al final del día, si con esto lograste un peso más, lo demás no importa. Nuestros actos parecen no tener consecuencias. Nos hemos hecho de una fuerte coraza que no deja que vivamos con un mínimo de conciencia sobre lo que hacemos y de cómo repercute esto en la vida de otros o en la vida del mundo en el que -y del que- vivimos. ¿En qué momento algo tan abstracto como el dinero se volvió tan importante? ¿En qué momento decidimos necesitar lo que tenemos (o no tenemos) en vez de sólo tener (o vivir con) lo que necesitamos? Al contrario de lo que Palacio de Hierro divulgue en sus comerciales ¿es una y otra cosa lo mismo? ¿No sería mejor tratarnos con respeto e igualdad? ¿No sería mejor dejar atrás tanto egocentrismo y pensar un poco más en la necesidad de los otros? Quizá, el pensar en el otro, en el que tenemos enfrente, en el que tiene menos, en el que es indefenso, quizá en ese momento recuperaríamos algo de nuestro espíritu, de nuestra humanidad -o animalidad, que a veces creo que es más correcto.
Así que yo no tengo una respuesta para acabar con la Pobreza en el mundo, pero creo que si día con día intentamos ver lo que nos rodea, encontraremos a personas, que al igual que nosotros, sólo necesitan unas de otras para cambiar al mundo. Con acciones aparentemente pequeñas, podemos mejorar la calidad de vida de muchas personas. Sólo necesitamos ver hacia fuera de nosotros mismos. No se trata de convertirse en falsas hermanas de la caridad, sino de tomar conciencia de que las decisiones y acciones que tomamos diariamente repercuten en alguien más, aquí o al otro lado del mundo.
Te invito a pensar en estos 5 puntos y a adoptarlos desde hoy:
1. Ayuda a alguien, haz algo para mejorar o cambiar su vida en una forma favorable. Sí, algo así como en la película “Cadena de Favores”. Idealmente elige a alguien que no sea de tu familia, alguien quizá cercano a ti, pero a quien no estés “obligado” a ayudar.
2. Toma conciencia sobre tus decisiones de compra. Aunque no lo creas, al elegir lo que consumimos (y que en mucho definen nuestra “pobreza” o “riqueza”) elegimos también ayudar o desfavorecer a alguien más. Piensa bien a quién ayudas realmente con lo que compras.
3. Respeta al resto de los seres vivos. Animales, vegetación y humanos compartimos el mismo espacio, eso nos hace iguales en este mundo. No podemos seguir presenciando ni siendo partícipes de tanta depredación y crueldad. Si hay algo qué hacer para combatir la pobreza en el mundo comienza justamente con rescatar la riqueza de nuestro planeta. El dinero va y viene, así ha sido siempre, pero sólo tenemos una Tierra.
4. No te conformes con nada. Ten la suficiente ambición para trabajar honestamente, para estudiar más, para participar en buenas causas, para amar… ten pasión para vivir.
5. Reflexiona. Decide. Actúa.