lunes, 8 de enero de 2007

diciembre me gustó para enfermarme...

El fin de año me sorprendió con una gripa terrible. Bueno, ya ni siquiera sé si fue gripa o algún virus extraño de este nuevo milenio. El caso es que desde el 26 tuve que permanecer en cama porque la fiebre no me abandonaba. Las anginas las tenía como huevos atorados en la garganta y difícilmente podía abrir la boca. Aunque no importó mucho ya que lo que más he ingerido durante días han sido toda clase de pastillas y remedios caseros para tratar de aplacar el dolor y las molestias de la garganta. Tomé pastillas para bajar la fiebre, para evitar la tos, para disminuir el dolor, para desinflamar las anginas para adormecer la garganta y -por supuesto, mis ya consabidos lexotanes que me ayudaban a relajarme un poquito por las noches.

Ah, las noches. Terribles noches en que prácticamente no dormí. Sentía tan congestionados los bronquios (o pulmones o bronquiolos o lo que fuere) que no podía acostarme por completo. En cuanto me ponía en posición horizontal, se me empezaba a bloquear la respiración y me producía automáticamente una tos francamente desagarradora. Así que todos estos días he permanecido recostada sobre almohadones, tratando de mantener el pecho en una posición lo más verticalmente posible para no oprimir la laringe y poder respirar un poco mejor, sólo un poco mejor. Lo último que he hecho es poner un humidificador en mi cuarto. Me lo han recomendado (algo tarde) para que mis vías respiratorias se mantengan húmedas y se facilite la expectoración (misma que ya he provocado también con diversos jarabes). Todo diciembre he tenido encendido un calentador de aceite en mi cuarto y parece que eso ha resecado mi nariz más de la cuenta.

Ahora parece que todo va bien. Ya me siento mejor que hace unos días y mañana por fin saldré de casa a terminar unos pendientes que dejé botados. Además, esta semana ya retomo por completo el trabajo y las clases. De tanto estar enferma en cama casi no sentí las vacaciones, pero la verdad ahorita sólo quiero reactivarme. No tengo idea cómo he aguantado estos días acostada sin que me duela más el cuerpo (bueno, supongo que con tanta pastilla se me paralizó un poco el sistema nervioso).

Ahora bien, no se engañen, por supuesto que festejé en grande el año nuevo. Pero eso ya será tema de otro extenso y detallado post.

domingo, 7 de enero de 2007

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Diciembre fue un mes de difíciles y angustiosos días. Primero, mi abuela atravesó por varios estudios y pruebas médicas que auguraban oscuros resultados. Es importante hacer notar que por tradición familiar -ignorancia familiar, debiera llamarla- todos solemos automedicarnos si nos sentimos mal o de plano preferimos ignorar algún extraño síntoma del que nos percatamos hasta "ver qué ocurre", deseando que en pocos días esa rara mancha, ese punzante dolor de cabeza o el entumecimiento de las piernas desaparezca por sí solo. Realmente, pocas veces ocurre así y cuando ya decidimos acudir a un médico especialista, suele ser tarde: ya hay que hacer numerosos estudios, recurrir a dolorosos tratamientos o de plano resignarse a ser diagnosticados con alguna enfermedad o padecimiento que ya no es reversible.

En esta ocasión, todo terminó en una cirugía menor y grandes sustos, pero afortunadamente parece que todo está bien. Claro está que todo esto quedará como una gran llamada de atención al cuidado de la salud. Por lo menos ahora, mi abuela contará con muchos pares de vigilantes ojos asegurándose de que tome sus medicamentos (los correctos) y siga las instrucciones médicas al pie da la letra.

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Después Luz, mi gato, se puso malísimo. Sí, enflacó mucho y andaba todo triste y sólo acurrucado en su cama. Ya ni ronrroneaba, ni maullaba. Hasta que yo -tonta de mí- advertí que algo andaba mal. Bueno, primero la Güera -mi gata, tuvo que maullarme insistentemente para que le pusiera atención a Luz. Luego, el mismo Luz se orinó en mi cama ya de plano como diciendo "¡¡¡No seas pendeja, que no ves que estoy enfermo!!!". Después de este claro llamado de atención, lo llevé de urgencia al médico. Se siguieron un par de horas de dolorosos estudios (de sangre, Leucemia, SIDA -sí, SIDA...) y, tras una larga espera, la doctora me dijo que tendríamos que esperar más y que lo mejor era que Luz se quedara internado para observarlo y porque requería urgentemente de suero intravenoso ya que no estaba comiendo ni tomando agua. Además, había fuertes sospechas de que fuera diabético y de que se le sumaran complicaciones renales, que ya de por sí son comunes en los gatos.

En total estuvo internado 4 días. Parecía que estaba mejor con el suero, pero seguía sin comer. Decidí visitarlo un domingo y me dio mucho gusto que al verme se alegró un poquito y decidió comer algo. El pobre seguía pegado al suero y acurrucado en la jaulita donde lo guardaron. Me dio mucha pena tenerlo que dejar todavía ahí, sobre todo porque él juraba que ya iba a regresarse conmigo. Se me aferraba a la blusa como prendedor de fantasía y me daba besitos para convencerme de que no lo dejara. Pero ni modo, aún estaba malito y necesitaba más atención médica.

Lo peor de su estancia (y lo pude comprobar) fue que en la misma habitación tienen las jaulas de los perros y de los gatos que se quedan hospitalizados. Los pobres gatos están todos asustasdos nada más de escuchar los ladridos y alaridos de los perros que tienen enfrente (aunque también estén malitos, siguen siendo una amenaza para ellos). Sólo de pensar que mi gatito es un miedoso de primera, me daba más pena y culpa tenerlo que dejar ahí más tiempo.

Luz salió del hospital el lunes siguiente. Ahora está mucho mejor, aunque tendrá que comer un alimento dietético (que no le gusta nada) porque temen que se vuelva diabético y hay que prevenir que aumenten sus problemas renales. Lamentablemente para la Güera, ella también comerá del mismo alimento ya que, como siempre están juntos, es difícil que los separe para comer. Además, regularmente deberé llevar a Luz a hacerse estudios de sangre y orina para verificar sus niveles de urea y glucosa.



miércoles, 3 de enero de 2007

búsqueda frenética

Por fin, después de horas y horas de revisar, bajar y borrar fotos de mi móvil, puedo confirmar que la cámara está trabajando a una buena velocidad. Pero lo mejor de todo fue haber encontrado unas fotos del primer caracol que dibujó mi pequeña prima. Ya los creía perdidos por completo, pero ya están a salvo.




















Para muchos no será ninguna hazaña, pero deben considerar que tan sólo tenía 1 1/2 años aproximadamente, así que realmente son muy buenos dibujos para alguien de esa edad.

delete file

Bien, ya estoy terminando de bajar todas las pinches fotos que tengo en mi móvil. Es impresionante cómo he almacenado muy diversas babosadas. Claro, también hay fotos de familia, amigos, cosas curiosas y demás, pero en general hay mucha basura. Lo bueno es que parece que la velocidad de obturación de la cámara volverá a su velocidad original. Para las últimas fotos que he tomado, la gente ha tenido que permanecer durante hooooras en poses que diluyen cualquier ápice de espontaneidad.