lunes, 19 de septiembre de 2005

12vo objetivo blando

la dignidad:

Hoy, 19 de septiembre del 2005, se cumplen 20 años del terremoto que arrasó la Ciudad de México. Pero este post no es para hablar de ese terremoto. Hoy, lo que arrasó con mi dignidad, fue el enfrentamiento con una grúa de tránsito y los dos pendejos a bordo: uno ostentando una placa de policía de tránsito y otro que le hacía de su patiño (o viceversa). Sí,lo acepto, me estacioné en lugar prohibido. Me estacioné en doble fila. Me llamaron mis peores instintos a dejar todo botado (y con "todo" me refiero a mi auto) por ir a saciar mis antojos. Sí, me detuve a comprar un taco en una esquina.

Sin embargo, llegué a tiempo para salvar mi vehículo (o eso yo pensaba) y moverlo del lugar en cuestión. Pero no contaba con este par de necios que tuvieron más paciencia que yo (¿dónde quedó lo ejercitado en el za-zen?) y aguantaron por una hora los dires y diretes que sólo acabaron convenciéndome a mí de abandonar mi auto y aceptar su traslado a un corralón.

Aún no sé de él: espero que en efecto lo hayan llevado al depósito señalado.

Por más que insistí (¡supliqué!) en aceptar la multa, me fue negada repetidas ocasiones, con muy diversos pretextos. Por más que defendí el argumento de que no podían llevárselo ya que yo respondía por él y estaba dispuesta a mover el auto de lugar y a aceptar una multa, este par-de-buenos-sólo-para-amenazar-a-la-gente estaba dispuesto a llevarse el auto conmigo adentro.

Lo peor de todo, al final del día, fue comprobar que yo tenía razón y que no debieron llevarse el auto. Lo confirmé por internet en el sitio del Gobierno del DF. Claro, que en aquel momento de angustia, no contaba yo con asesoría legal tan de primera mano como el mismísimo Reglamento de Tránsito.

A pesar de la estresante situación, quiero agradecer a las personas que -por mera solidaridad (dicen que afloró con lo del temblor del '85: pero este post no es para hablar de ese funesto evento), hicieron guardia conmigo, aún sin conocerme, en esta gesta a morir (¡oh, pobre de mí, que morí yo!) hasta que ese par de tramposos-que-realmente-sólo-querían-una-mordida-$$$-sinvergüenzas se llevó mi auto, mi preciado tiempo y mi dignidad.

Espero, mañana, recuperar por lo menos el auto.

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