martes, 26 de junio de 2007

—¿café? —con 2 cucharitas de caca, por favor



Ésta cosita tan linda es Zoyla. Algunos ya tienen el honor de conocerla, pero realmente no la había presentado a la blogósfera, aunqe ella es ya toda una cibernauta consumada que dedica sus tardes a chatear on-line, enviar mails a mi lista de correos y a googlear so pretexto de aumentar sus conocimientos gatunos.



Zoyla es preciosa, simpatiquísima, inteligentísima (como todos los gatos; quizá un poquito más) y -sobre todo, traviesa. Como todavía es una pequeña (tiene 6 meses), pasa las horas corriendo de un lado a otro persiguiendo fantasmas y bichos (reales e imaginarios), derrapándose sobre mi mesa de trabajo y molestando a mis otros 2 gatos.

A Luz, por ser macho, lo persigue más: le gusta. Lo malo es que se la pasa mordiéndole la cola y sus ya (recién) desaparecidas bolas. Él se hace el loco un rato (quizá le gusta en el fondo todo ese jugueteo con sus partes blandas), pero llega un momento en que lo desespera y él sólo voltea dispuesto a darle el mayor de los zarpazos para ahuyentarla.

Con la Güera mantiene una relación de ataque constante, ya saben: polos iguales se repelen, y como dos buenas gatas compiten entre ellas por la atención de mi chulísimo Luz, quien solamente las ve de lejos con igual displicencia. Lo más gracioso de sus peleitas es cuando ambas quieren atravesar la puerta de la cocina: la Güera queriendo entrar a la casa y Zoyla, queriendo salir al jardín. Ambas se encuentran frente a frente y van moviéndose en un continuo movimiento circular hasta que intercambian posiciones, todo esto acompañado de uno que otro zarpazo y agudisísimos maullidos de declaración de guerra.

El caso es que mi pequeña Zoyla no convive mucho -ni tan armónicamente, con Luz y con la Güera. En gran medida se debe sin duda a la brecha generacional que existe entre ellos: Zoyla tiene apenas 6 meses (como ya comenté) y los otros tienen 11 y 10 años, respectivamente. Los últimos días en particular, Zoyla ha estado de mal ánimo y muy triste. Cuando ve que salgo de la casa (o sea, diariamente) se queda en la puerta con su listón azul cielo (uno de sus juguetes favoritos) como esperando que yo juegue con ella antes de irme. Y pues obviamente se queda esperando con tristeza. Y como últimamente he estado muy ocupada, casi no he tenido tiempo para jugar con ella tampoco en otros momentos. Esto ha hecho que en las últimas dos semanas, en cuanto escucha mi despertador (que antes la atemorizaba: lo tengo con un ringtone de gallo electrónico) brinca directamente hacia mi cara y me muerde la nariz para asegurarse de que despierte (cosa que a veces no logra). Luego me lleva su listón azul o su leoncito (éste sí es su juguete favorito) para no perder tiempo y jugar desde tempranito, por supuesto, antes de que me vaya a trabajar.

Hoy, por ejemplo, se encabronó porque entré al baño y no la dejé entrar conmigo. Y yo le decía "No Zoyla, estoy cagando, ahorita salgo", pero ella insistía. Cuando por fin salí, después de un buen rato debido a mi dieta del último día a base de unos malditos cacahuates con chilito que descubrí recientemente y a los que me estoy volviendo adicta (Hot Nuts de Barcel con limón y chile jalapeño, ¡uisshhh!), encontré el sabrosísimo café capuccino que mi madre me prepara diariamente, cubierto con tierrita de una maceta que estaba a un lado de la taza. Por supuesto que Zoylita se enojó conmigo y fue a meterle sus patitas a mi café para tirarle la espuma y de pasada espolvorearlo con mugritas, tierrita, piedritas y caquita. Obviamente ya no me pude beber mi café, que suele ser mi desayuno y ahora estoy en la oficina con una bolsa de otros mugrosos cacahuates.

Todo esto, sumado al descubrimiento de sus múltiples travesuras del día mientras se queda sola en casa, me ha hecho decidir adoptar otro gatito. Sí, uno más. Aún no lo conozco, pero la Dra. Ana (el veterinario de mis gatitos) dice que ya está listo para ir a mi casa, libre de PULGAS*, con todas sus vacunas y sin Leucemia. Como también es un pequeño gato igual que Zoyla (bueno, creo que es un poco más chiquito), seguramente podrán llevarse mejor y jugar mucho entre ellos y ninguno se sentirá solito en el día.

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