jueves, 5 de julio de 2007

ni el bodoque, ni el italiano... el mexicano



Éste es Benito. Lleva con nosotros una semana. Lo recogí el pasado miércoles y ya está más que instalado en mi casa. Pensé que le costaría más trabajo ser aceptado, pero incluso Luz le permite acercárcele y hasta dormir a ratitos en su cama. La Güera sigue siendo la misma hostil de siempre, aunque confío en que pronto también juegue con él.

Zoyla es definitivamente feliz a su lado. Ya ni siquiera le hace caso a su leoncito de peluche. Pasan horas enteras peleando entre ellos, mordiéndose, revolcándose. Casi siempre pareciera que Benito saldrá herido si no es que muerto. Afortunadamente sólo es juego entre ellos y Benito se defiende bastante bien para ser tan pequeño.

El lunes pasado escuchaba a uno de mis vecinos que le gritaba a su hijo "¡Fraaanco!". Cada vez que escucho ese nombre se me erizan los cabellos. Su hermana se llama Regina. "Franco y Regina". Muy lejos de ser "Hansel y Grethel". "Franco y Regina" me parecen los nombres más ultraderechistas que puedo imaginar. Así que, mientras escuchaba el llamado al otro lado de mi casa –"¡Fraaanco!", pensé que yo jamás nombraría a ninguno de mis hijos (reales, adoptados o imaginarios) con el nombre de algún dictador.

Justo en ese instante recordé a "Benito". El buen Benito. Luego me consolé pensando que Benito no es mi hijo, obviamente, es sólo un gato, un animal de compañía. Pero igual me ha carcomido el coco estos días la idea de haberlo llamado Benito.

Hoy después de mucho pensarlo, me encuentro más tranquila porque me di cuenta de que lo nombré correctamente. No pude haber encontrado un mejor nombre para él (lo elegí de hecho antes de siquiera conocerlo). Benito. Benito, El Reformador. Vino a mi casa a manera de prueba y en pocos días nos ha cambiado el ánimo a todos y en particular a Zoyla, quien lo besa y lo lame y lo lleva para todos lados como si ahora él fuera su leoncito de peluche.

Benito, El Reformador, se queda en casa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El amor es ciego. Este animal maldito maulla, orina y caga donde le da su regalada gana; no importa que lo arranquen de mi regazo 30 minutos después de que cagó en no sé dónde con tal de regañarlo "para que aprenda".